Ayer perdimos a Luis Salom. Hoy, ni 24 horas
después, estoy seguro de que la gran mayoría seguimos sin asimilarlo. También
estoy seguro de que a muchos les habrá pasado lo que a mí al despertarse, que
es que su primer pensamiento haya sido para este trágico suceso.
Ni falta hace decir que seas del piloto que seas,
estas cosas nos dan de lleno a todos, que esto está por encima de cualquier
cosa, porque a lo que más daño hace es a lo que más amamos: el motociclismo.
Ésta, lejos de ser una entrada “homenaje” (que en parte
lo es) al mexicano, es más un grito de rabia precisamente porque el
motociclismo, una vez más, tiene que lamentar una muerte por culpa de los
intereses económicos de otras organizaciones.
Hoy, no hay medición de las palabras que valga ni
frases políticamente correctas. No el día después de esto. Va por ti, Luis.
El motociclismo es algo maravilloso, vivido con mucha pasión, a veces incluso más de la necesaria (me incluyo), pero otras veces nos da unas hostias de realidad fortísimas. La pérdida de un piloto es siempre una putada en mayúsculas, pero lo es más aún si cabe si se pudiera haber evitado de una forma sencilla. Sencilla para la gente con corazón, no para los que en su lugar tienen un fajo de billetes recogido en una goma elástica.
Muertes como la de Tomizawa o Simoncelli, son más
bien fruto de una cadena de infortunios, contra las que poco se puede hacer que
no sea el “ojalá esto no hubiera pasado así”, “ojalá hubiese sido de otra
manera”. Aunque en el caso de Marco, si bien es cierto que quizá no se podría
haber hecho nada por salvarle, la imagen de los comisarios llevándole en la
camilla de cualquier manera y tirándole al suelo por no saber cómo actuar, se
me quedará grabada en la mente como una prueba más de que aquí lo que realmente
interesa es el beneficio económico. ¿Por qué si no, en vez de dar un curso de
mierda a los comisarios (casi siempre voluntarios), no se les da uno más amplio
con lo básico de primeros auxilios y de evacuación? ¿Sería invertir mucho
dinero en cada GP, verdad? Bueno, hoy no es el momento de explayarme en esto,
pero bien sirve como pequeña introducción a lo que quiero hablar.
Como decía, hay muertes que son mala suerte pura y
dura. Otras, como la de Kato, estampado contra un muro a poquísimos metros en
Suzuka, o como la de Luis en Montmeló, son negligencias que pasarán de largo
para los responsables, mientras los familiares y amigos lo sufrirán el resto de
sus vidas. Cierto es que también influyó la mala suerte, pero eso, si hubiera
habido grava que frenase a Salom y, posiblemente, cambiase la trayectoria de la
moto, seguramente no hubiera pasado.
Y es que, una vez más el motociclismo se ve
ninguneado por el interés en las 4 ruedas, sobre todo de la F1. Si no es así,
por favor, que alguien me explique qué cojones hace asfaltada la escapatoria en
la que Salom cayó ayer. Decidme también por qué las enlazadas de Austin son
todo asfalto, un peligro más que evidente (para las motos) que no se soluciona.
Os diré mi teoría, que no es ni más ni menos que
priman más los millones que mueve la F1 que la seguridad de pilotos de
motociclismo. Me da igual que sean de MotoGP, de SBK, del CEV, o de una puta
Escuela de Iniciación en cualquier puto pueblo de España. Se asfalta una
escapatoria para que unos tíos profesionales no pierdan muchos segundos si se
salen de la trazada, para que el “espectáculo” continúe, y no perjudique a
estos intocables del mundo del motor.
Basta ya. Basta ya de ver cómo el dinero es más
importante que la vida. Basta ya de que el motociclismo sea pisado una y otra
vez por el automovilismo.
Y ya no hablo sólo de circuitos. Salom es la cara
famosa de esto, ¿pero cuántas personas pierden la vida a diario por los
guardarraíles de las carreteras? Y lo más importante, ¿cuántas más tienen que
morir para que se supriman de una vez por todas y se instale una medida se
seguridad para la gente que viaja en moto? Es vergonzoso que prime más la no
inversión de unos millones en esta medida de seguridad, que las miles de vidas
que se van a causa de la no instalación de la misma.
En circuitos, en la calle, en las carreteras,
siempre es la misma historia y no puedo dejar de preguntarme qué más tiene que
pasar para que a esta gente le llegue un poquito de humanidad al corazón. ¿Les
tiene que pasar a familiares o amigos suyos para que abran los ojos?
Luis, tú te nos has ido para siempre, pero para
siempre estarás en nuestra memoria.
Ojalá tu muerte sirva para que haya un cambio
absoluto en esto, aunque sea inhumano que tenga que pasar para que se den
cuenta.
No puedo tampoco dejar de aprovechar la oportunidad
para mandar mi apoyo a toda la familia y amigos de Luis, aunque seguramente no
lean esto, y aunque si lo hicieran, de poco les reconfortaría unas palabras
escritas en una página web. Pero si a alguno les llegase y lo estuvieran
leyendo, creedme, el mundo del motociclismo y sus aficionados lamentan muchísimo
su pérdida, y pondría la mano en el fuego por asegurar que todos y cada uno de
nosotros daría prácticamente lo que fuera para que esto no hubiera pasado.
Por último, ya que hablo de la afición, no voy a
desaprovechar la oportunidad de aquellos que ayer aprovecharon esta situación
para criticar a Valentino o a Marc. Ambos “pusieron” unos tweets con imágenes
suyas sin hablar de Luis primero. Y digo pusieron entre comillas porque no son
ellos los que escriben, esas cuentas a la gran mayoría se las lleva alguien
externo. Pero si sois tan subnormales como para creer que lo hacen ellos, y que
estarían en condiciones siquiera de escribir un tweet de despedida en esos
momentos, de verdad que siento mucho que vuestras neuronas no den para más.
Todos estarían destrozados, y la insensibilidad de
algunos usuarios de Twitter llega a tal punto que si no ven un tweet de X
piloto lamentándolo, automáticamente es que no tienen sensibilidad. Siento
deciros que esa falta de sensibilidad la tenéis vosotros por pensar que un
compañero de profesión está con ganas de coger un puto móvil y escribir
cualquier mensaje.
Sin más, sólo me queda citar:
“Nada será que no haya sido antes. Nada
será para no ser mañana. Eternidad son todos los instantes, que mide el grano
que el reloj desgrana.”
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