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jueves, 3 de diciembre de 2015

No se puede ser tan bueno




 Hace ya casi una semana que los Rossistas tuvimos una alegría de esas que te hacen sentirte aún más orgulloso de ser fan de un mito como es Valentino Rossi.
No había pasado ni un mes de la carrera final de Cheste, donde pasó lo que pasó y que ya expliqué en una entrada anterior, y Valentino ya se estaba subiendo a un Ford Fiesta para hacer lo que más le gusta: competir.


Cualquiera que no sepa mucho acerca de él, puede pensar que en las motos es muy bueno pero no pasa de esa modalidad, pero cuando salen a relucir noticias como la del pasado domingo, la gente se tiene que dar cuenta de que este hombre es el puto amo. Así, sin más.

Titulares como: “Valentino Rossi gana el Rally de Monza 2015”.
Y dirán: “Ya, pero es un rally de exhibición, allí nadie aprieta.” Tienen razón en lo primero, pero no en lo segundo. Es cierto que es algo más a modo de exhibición que una competición pura, pero aún así, corren pilotos como Thierry Neuville, en esta edición, o como el mismísimo Colin McRae en ediciones anteriores, antes de su triste muerte. Y esta gente no se anda con tonterías, estoy seguro que lo dan todo, como lo da Valentino, y aún así éste se impone a figuras del propio campeonato del WRC.
Además, hay que recordar que es la 4ª vez que lo gana nada más y nada menos, no es algo puntual que haya pasado este año.

Éstas son las veces en las que te das cuenta de que este hombre es un fuera de serie en todo lo que lleve motor. De las motos no hace falta ni hablar, en cualquier especialidad; se monta en un F1 de Ferrari y sorprende a todos por su buena adaptación y sus tiempos (tanto que incluso se llegó a hablar del cambio a ese campeonato); y en los rallies ha demostrado ser capaz de ganar incluso a muchos pilotos del WRC.
Puedes darle cualquier cosa que lleve un motor y ruedas y hará maravillas. Yo estoy seguro de que le dan un cortacésped y es capaz de ganar el minicampeonato que se disputa en Inglaterra.


Pero sin duda lo mejor para nosotros los Rossistas, quizá no haya sido la alegría por el hecho de que gane esta prueba, sino el simple hecho de verle de nuevo sonreír y disfrutar aunque no sea en su propia disciplina.
Así es como queremos verle siempre, y así es como él tiene que estar.



En definitiva, una vez más, vuelve a demostrar al mundo que está hecho de otra pasta.
Y como decía un piloto en un anuncio de postres de la televisión: “No se puede ser tan bueno.”

Exacto, anónimo piloto, no puede serlo, pero sin embargo, lo es.

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