Mucho tiempo ha pasado ya desde que Marc Márquez apareció en el
Campeonato del Mundo. Ese niño con una sonrisa simpática que hacía
genialidades, aunque los resultados no le hicieran justicia por sus múltiples
errores y caídas.
Pero era cuestión de tiempo que explotase y que
empezase a ganar, y a partir de 2010 precisamente ganar fue a lo que nos
acostumbró.
Rápidamente empezó a hacerse un hueco grande entre
los aficionados por su soltura, su pilotaje agresivo, y para muchos por esa
actitud que nos hacía recordar a Valentino.
En 2010 ganó; en 2011 sólo un comienzo desastroso y
la mala suerte al final evitaron que se llevase la corona en la categoría
intermedia; en 2012 sí se la llevó; en 2013 nos sorprendió a todos con un año
de rookie impresionante en el que ganó el título de MotoGP; y en 2014 arrasó de
tal manera que en Motegi ya era Campeón.
Hasta ahí todo eran sonrisas y buenas caras, todo
era idílico y él era el protagonista, y para los aficionados (salvo por algún
desliz y algunos comportamientos un poco extraños) era el rey.
Nos plantábamos en 2015, un año en el que las casas
de apuestas pagaban a 1,20€ que Marc fuese Campeón. Era el favorito de lejos,
pero el año no empezó como él esperaba y en Qatar sólo consiguió un 5º puesto.
Después ganó en Austin, y todo parecía que volvería
a su cauce, pero llegó Argentina…
En Termas de Río Hondo se vio algo que ya se había
visto en años anteriores, sobre todo con Jorge Lorenzo como rival, y es que
Marc no piensa encima de la moto, sólo actúa y no le importa quién esté delante
ni cómo. Sólo así se explica la maniobra que hizo cuando Valentino le adelantó
a falta de pocas vueltas para el final, después de que le hubiese recortado 5
segundos y por tanto con un clarísimo ritmo superior.
Después de esa maniobra, Valentino lo mira, en lo
que yo interpreto como un “Qué coño haces, como entres otra vez pillas.” Y
pilló.
A partir de ahí la careta de Marc se fue cayendo,
aunque todavía se la mantenía. Sus declaraciones después de esa carrera nos
hacían ver que ese Marc humilde y de la eterna sonrisa sólo existía cuando las
cosas le iban bien a él.
Valentino había jugado con su misma moneda, Marc
perdió, y no le hizo ni puta gracia.
Seguimos adelante y nos encontramos en Assen, donde
en una carrera muy limpia a Marc se le va la cabeza (como de costumbre) en la
última curva y suelta frenos para intentar entrar por dentro donde ya no
existía hueco, echando a Valentino de pista y con la suerte de que al ser una
chicane pudo volver por delante de Marc y ganar la carrera. Tres detalles de
esto:
1 1 . Valentino
no es tonto, eso lo sabemos todos, y esperaba el contacto con Marc porque sabía
cómo se las gasta, y en cuanto lo nota levanta la moto para no irse al suelo,
dando gas levantando así la rueda antes de entrar en la grava.
2 2. Marc
dice que hace la chicane mientras que Valentino se la salta, pero en la
repetición se ve claramente que no la hace en su totalidad, lo que significa
que si ya la hizo así teniendo contacto con Valentino y “parando” un poco su
trayectoria, ¿dónde hubiera acabado si Vale no llega a estar ahí?
3 3. Poco
se ha hablado (por no decir nada) del gesto de Valentino al cruzar la línea de
meta. Mira para atrás, sabiendo que Marc también le está mirando, y antes de
entrar en meta hace un caballito. Esto para mí fue la manera de decir que no
había duda de que él había ganado la carrera, y un mensaje a Marc de que no
siempre le iba a salir bien hacer ese tipo de cosas.
Como
después dijo Vale en rueda de prensa: “Es importante que si Marc hace este tipo
de cosas los demás le podamos responder.” (No sé si fue exactamente así pero
fue algo parecido).
Y en esa misma rueda de prensa es cuando vemos que
Marc no es ese piloto que todos creíamos, sino un piloto al que cuando las
cosas le van bien sonríe, y cuando le van mal busca culpables en todos lados
menos en él mismo.
Dijo una “sartá” de gilipolleces dignas de un niño
de 15 años rabioso, como la anterior mencionada o la de “yo tenía el interior
así que mi trayectoria era la buena.” Claro que sí Marc, que alguien suelte los
frenos desde 10 metros y vaya al interior aún llevándose por delante a los
demás pilotos, que como lleva el interior…
En definitiva, a mí personalmente ahí me empezó a
mosquear y ya no le veía como antes, y creo que esto es una impresión bastante
generalizada de muchos aficionados.
La temporada sigue y finalmente llegamos a las
últimas citas, de las que ya he hablado en entradas anteriores. Ahí
definitivamente se le cae la careta y vemos al Marc Márquez de verdad: un
niñato rabioso, capaz de renunciar a una victoria con tal de joder a otro
piloto y su gran temporada.
¿Ya nadie se acuerda de eso que dijo después de
Assen? “Se la voy a devolver”. Pues lo hizo, y de la peor manera posible.
Lo bueno es que todo el mundo que sigue el
motociclismo, salvo lógicamente los fans del propio Marc y los que sólo ven en
rojo y amarillo, se ha dado cuenta de cómo es el verdadero Márquez, y esto no
ha hecho nada más que ensuciar su imagen. Como vi en una pancarta en Cheste: “Marc,
you will never be Rossi”.
La careta de la que disponía se le ha caído en este
2015, y ya nunca volverá a ser lo que era.
Y ahora me gustaría para terminar con unas sabias
palabras de su padre, Julià Márquez (un poco retocadas para que se entiendan),
dichas después de la carrera de Cheste 2015 al micro de Mela Chércoles: “Se
gana con elegancia y pilotaje, no como otros.”
Ah wait wait wait, que esto lo dijo en 2014 tras la
lucha entre su hijo Álex y Jack Miller, fallo mío.
Pues sí, señor Juliá, parece que su hijo se ha
convertido en uno “de los otros”. Qué mala suerte.
De acuerdo completamente en todo.
ResponderEliminarExcelente análisis.
ResponderEliminarDe acuerdo en todo.
ResponderEliminarY yo fui fan de Márquez. Menos mal que me di cuenta a tiempo de la clase de piloto (impulsivo, kamikaze, sucio, malintencionado a propósito) que es, y también de la clase de persona (zafio, cobarde, mentiroso, ruin) que es. Como se suele decir, "life is too short for support the wrong rider." Y yo, por suerte, me he dado cuenta de que estaba apoyando al piloto equivocado. Ahora soy de Rossi, y ya que él no está, de Bagnaia, Bezzecchi, Marini y Morbidelli. Sólo cuando Pedro Acosta suba a MotoGP, quizás, sólo quizás, vuelva a apoyar a un piloto español. Mientras tanto, siempre iré con los chicos de la Academy VR46.