Si después de la carrera de Sachsenring pudimos tener un mínimo de esperanza en que los problemas de Yamaha desapareciesen, lo vivido este fin de semana en Brno nos devuelve otra vez a la triste realidad: no mejoran. Mientras Ducati muestra que tiene, hoy por hoy, la moto más completa de la parrilla, y Honda parece haber hecho una moto “a la medida” de Marc, Yamaha continúa con los problemas de electrónica que les llevan lastrando más de un año.
Y yo me pregunto: ¿Cuánto más vamos a tener que
estar viendo esto?
Este fin de semana era uno de esos en los que se
podía meter mano a Marc. Uno en los que su ritmo no era tan destacado como en
otros circuitos en los que sabes que se va a ir cuando quiera y como quiera,
salvo sorpresa. Y hubo dos pilotos que lo aprovecharon. Esos dos pilotos
montaban una Ducati, esa moto roja y abusivamente fea que ha pasado de ser “la
que más corre” a simplemente “la mejor”.
Por detrás, un abuelo que no se cansa de hacer
historia, ya que en este GP superó la barrera de los 6.000 puntos acumulados
(el primero en conseguirlo), tuvo que conformarse con una 4ª posición
conseguida con un gran adelantamiento en la última curva, a otra Honda, pero
satélite, la de Cal Crutchlow.
Y eso teniendo en cuenta que llegó a liderar hasta
en dos ocasiones la carrera… Pero el desastre estaba anunciado, además por el
propio Valentino, desde el sábado. Sabía que una vez pasado el ecuador, la
electrónica iba a hacer mella en su neumático trasero, propiciándole un
desgaste mucho mayor que se traduciría en pérdida de aceleración.
Y así fue. Pasada la mitad de la carrera, y tras
perder 3 posiciones, la realización enfocaba muy sabiamente a Lin Jarvis, que negaba
con la cabeza. Resignación, tristeza… ¿impotencia?
Así al menos nos sentimos gran parte de los
rossistas. Y por qué no, otros muchos que aunque no se declaren fan de
Valentino, les gusta que en la pelea haya cuantos más, mejor. Y así
difícilmente vamos a poder contar con las Yamaha, que se disuelven con el paso
de las vueltas.
No sé qué tienen que hacer en la fábrica para
solucionarlo, pero sí que ambos pilotos ya han puesto la pelota en el tejado de
Iwata en más de una ocasión, por lo que se intuye que la solución tiene que
venir de ahí.
Sí, es cierto que Valentino sigue segundo en el
Campeonato (y eso que muchos le quieren retirar), pero porque sigue salvando
los muebles carrera a carrera y demostrando que su nivel está por encima del de
su M1. Sinceramente, su forma de pilotar y afrontar las carreras me recuerda a
la del 2015, pero ahora la moto no lo acompaña. De hecho él mismo lo ha dicho
tras acabar el GP de este fin de semana. Ojalá pudiésemos verle con todo el
potencial, porque no me cabe duda de que estaría luchando por la victoria
prácticamente en cada carrera. Sin embargo, nos tenemos que conformar con que
siga con ese pundonor y, en alguna ocasión, consiga terminar en el pódium.
No guardo muchas esperanzas de cara a lo que queda
de temporada, pero sí de que en 2019 le den una moto competitiva a Valentino. En
su conjunto, ya que considero que mecánicamente no se está mal, pero en la electrónica
es lamentable. Porque si esto sigue así, Ducati y Honda continuarán
ascendiendo, y Yamaha tendrá que pelear (como de hecho ya lo está haciendo) por
ser la tercera mejor moto de la parrilla con Suzuki.
O reaccionan, o se hunden.
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