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jueves, 15 de marzo de 2018

¡¡¡Valentino renueva hasta 2020 con Yamaha!!!




Por fin, la noticia que últimamente cobraba más y más amplitud se ha hecho oficial: Valentino Rossi ha renovado por otros dos temporadas con Yamaha.
La verdad que no sé muy bien qué decir porque estoy realmente feliz y emocionado, como imagino que estaréis todos los que le apoyáis en estos momentos. Es una noticia que muchos esperábamos, y que nos hace retrasar lo que no queremos que suceda, aunque sea inevitable.

De todos modos, voy a intentar dar unas cuantas razones por las que creo que esta renovación es una buenísima noticia no sólo para los rossistas, sino también para el motociclismo.

  
Creo que muchos, cuando Valentino renovó hace ya dos años con Yamaha, pensamos que 2018 podría ser casi con toda seguridad su último año como piloto profesional. No es nada raro, ni es dudar de su capacidad, simplemente es ponerse en lo lógico para un piloto que terminaría la temporada con casi 40 años.
Pero ya a mediados de 2017, él mismo dejaba caer que quizá 2018 no era su último año si él seguía siendo competitivo, lo que automáticamente nos abría las puertas de la esperanza de poder disfrutar de él y su pilotaje durante un poco más. Hoy se ha confirmado, y la grandísima mayoría sonreímos mientras este hombre sigue desafiando a la vejez y al sentido común.

Y digo la gran mayoría, porque no faltarán quienes aprovechen esta noticia para echar más mierda sobre él. Por suerte, sus argumentos son siempre una mierda y no se sostienen nada más que para aquellos haters para los que nos sirve razonamiento alguno.
Aunque bien es cierto, que nunca está de más decir por qué esto es algo inmejorablemente bueno para el Mundial. No tanto por esos haters, que como digo no les va a valer argumento alguno, sino más bien para ser conscientes de lo que significa lo que Valentino está haciendo:

Obviamente, significa que tenemos otros dos años por delante para disfrutar de un piloto único, que ha cambiado la forma de entender el motociclismo. Pero eso es sólo la punta del iceberg. Si indagamos más y nos vamos por debajo de la superficie, podemos ver que esto implica que su ilusión por seguir corriendo sigue intacta, lo que no hace más que incrementar su leyenda y ganarse aún más si cabe la admiración de todos, ya no sólo rossistas, sino aficionados.
Porque no, Valentino no se va arrastrar por ningún circuito, sino que va a luchar al máximo nivel como lo ha hecho en cada temporada de su carrera deportiva, y eso nos va a permitir ser testigos de algo sin precedentes y único en la historia. Para el motociclismo, este hecho va a atraer seguramente a más personas al mundo de las dos ruedas, maravillados por lo que una persona de esa edad está siendo capaz de hacer. Y esta admiración puede traer muchas cosas buenas, pero la que más ilusión me hace a mí (al menos en España), es la de que por fin habrá gente (periodistas) que no tenga más remedio que aplaudirle y, de esta manera, quizá se lave un poco la falsa imagen que cierto sector de la prensa se está encargando de transmitir a aquellos que no siguen este deporte y que se fían de lo que se dice en sus webs.
Por esto último, además, imaginaos lo que supondrá mediáticamente que un piloto de 40 años obtenga victorias en la máxima categoría de la competición del motociclismo. Ya no es que sólo quede como anécdota como algo que se convierte en trending topic, sino que pasará a la historia y nosotros habremos sido testigos directos de ella.

Pero, más allá de lo que implique en general, que es todo lo anterior dicho y muchas cosas que me dejaré fuera, estos dos años para los rossistas serán otro mundo.
Un mundo en el que podremos estar con la ilusión de verle cada fin de semana que toque. De disfrutar de sus apuradas de frenada, de sus adelantamientos, de sus pasos por curva. De llorar de alegría con cada objetivo cumplido, y de pena o rabia cuando algo se interponga en ellos. De emocionarnos y sentir cómo se nos eriza la piel cuando vemos por televisión las gradas de los circuitos llenos de amarillo. De poder formar parte de esa marea amarilla cuando podemos asistir a un Gran Premio. De seguir admirándole cada vez que salga a pista, dispuesto a darlo todo. De reírnos con sus ocurrencias. De enfadarnos por sus fallos de novato. De darnos cuenta de que esos enfados no tienen sentido porque él por mucha edad que tenga, tiene el espíritu y las ganas del más joven de la parrilla. De gritar de alegría, o de rabia. De ser conscientes de la enorme suerte que tenemos de ser coetáneos de él, y de poder decir algún día que nosotros vimos correr a Valentino Rossi.

En definitiva, de seguir viviendo el motociclismo como sólo él nos lo hace vivir. Y de seguir diciendo con orgullo: soy rossista.


Cada aficionado podríamos decirle gracias, gracias, y mil gracias. Todas las veces que hicieran falta y de mil maneras diferentes, pero nunca haríamos justicia a todo lo que está haciendo él por nosotros, y por el motociclismo.
Aún así: gracias, gracias, y mil gracias, Valentino.



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