Por fin, la noticia que últimamente cobraba más y
más amplitud se ha hecho oficial: Valentino Rossi ha renovado por otros dos
temporadas con Yamaha.
La verdad que no sé muy bien qué decir porque estoy
realmente feliz y emocionado, como imagino que estaréis todos los que le
apoyáis en estos momentos. Es una noticia que muchos esperábamos, y que nos
hace retrasar lo que no queremos que suceda, aunque sea inevitable.
De todos modos, voy a intentar dar unas cuantas
razones por las que creo que esta renovación es una buenísima noticia no sólo
para los rossistas, sino también para el motociclismo.
Creo que muchos, cuando Valentino renovó hace ya
dos años con Yamaha, pensamos que 2018 podría ser casi con toda seguridad su
último año como piloto profesional. No es nada raro, ni es dudar de su
capacidad, simplemente es ponerse en lo lógico para un piloto que terminaría la
temporada con casi 40 años.
Pero ya a mediados de 2017, él mismo dejaba caer
que quizá 2018 no era su último año si él seguía siendo competitivo, lo que
automáticamente nos abría las puertas de la esperanza de poder disfrutar de él
y su pilotaje durante un poco más. Hoy se ha confirmado, y la grandísima
mayoría sonreímos mientras este hombre sigue desafiando a la vejez y al sentido
común.
Y digo la gran mayoría, porque no faltarán quienes
aprovechen esta noticia para echar más mierda sobre él. Por suerte, sus
argumentos son siempre una mierda y no se sostienen nada más que para aquellos
haters para los que nos sirve razonamiento alguno.
Aunque bien es cierto, que nunca está de más decir
por qué esto es algo inmejorablemente bueno para el Mundial. No tanto por esos
haters, que como digo no les va a valer argumento alguno, sino más bien para
ser conscientes de lo que significa lo que Valentino está haciendo:
Obviamente, significa que tenemos otros dos años
por delante para disfrutar de un piloto único, que ha cambiado la forma de
entender el motociclismo. Pero eso es sólo la punta del iceberg. Si indagamos
más y nos vamos por debajo de la superficie, podemos ver que esto implica que
su ilusión por seguir corriendo sigue intacta, lo que no hace más que
incrementar su leyenda y ganarse aún más si cabe la admiración de todos, ya no
sólo rossistas, sino aficionados.
Porque no, Valentino no se va arrastrar por ningún
circuito, sino que va a luchar al máximo nivel como lo ha hecho en cada
temporada de su carrera deportiva, y eso nos va a permitir ser testigos de algo
sin precedentes y único en la historia. Para el motociclismo, este hecho va a
atraer seguramente a más personas al mundo de las dos ruedas, maravillados por
lo que una persona de esa edad está siendo capaz de hacer. Y esta admiración
puede traer muchas cosas buenas, pero la que más ilusión me hace a mí (al menos
en España), es la de que por fin habrá gente (periodistas) que no tenga más
remedio que aplaudirle y, de esta manera, quizá se lave un poco la falsa imagen
que cierto sector de la prensa se está encargando de transmitir a aquellos que
no siguen este deporte y que se fían de lo que se dice en sus webs.
Por esto último, además, imaginaos lo que supondrá
mediáticamente que un piloto de 40 años obtenga victorias en la máxima
categoría de la competición del motociclismo. Ya no es que sólo quede como
anécdota como algo que se convierte en trending topic, sino que pasará a la
historia y nosotros habremos sido testigos directos de ella.
Pero, más allá de lo que implique en general, que
es todo lo anterior dicho y muchas cosas que me dejaré fuera, estos dos años
para los rossistas serán otro mundo.
Un mundo en el que podremos estar con la ilusión de
verle cada fin de semana que toque. De disfrutar de sus apuradas de frenada, de
sus adelantamientos, de sus pasos por curva. De llorar de alegría con cada
objetivo cumplido, y de pena o rabia cuando algo se interponga en ellos. De
emocionarnos y sentir cómo se nos eriza la piel cuando vemos por televisión las
gradas de los circuitos llenos de amarillo. De poder formar parte de esa marea
amarilla cuando podemos asistir a un Gran Premio. De seguir admirándole cada
vez que salga a pista, dispuesto a darlo todo. De reírnos con sus ocurrencias.
De enfadarnos por sus fallos de novato. De darnos cuenta de que esos enfados no
tienen sentido porque él por mucha edad que tenga, tiene el espíritu y las
ganas del más joven de la parrilla. De gritar de alegría, o de rabia. De ser
conscientes de la enorme suerte que tenemos de ser coetáneos de él, y de poder
decir algún día que nosotros vimos correr a Valentino Rossi.
En definitiva, de seguir viviendo el motociclismo
como sólo él nos lo hace vivir. Y de seguir diciendo con orgullo: soy rossista.
Cada aficionado podríamos decirle gracias, gracias,
y mil gracias. Todas las veces que hicieran falta y de mil maneras diferentes,
pero nunca haríamos justicia a todo lo que está haciendo él por nosotros, y por
el motociclismo.
Aún así: gracias, gracias, y mil gracias,
Valentino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario