El año 2004 se presentaba como uno de los más interesantes de los últimos tiempos, y la razón era que el piloto que había conseguido los tres últimos campeonatos del mundo abandonaría la fábrica ganadora, Honda, para adentrarse en el mayor reto de su vida deportiva hasta el momento: hacer de la Yamaha una moto ganadora. Y no lo haría sólo, ya que con él se llevó a su jefe, Jeremy Burguess, y a muchos de sus mecánicos en Honda.
La expectación era máxima, y no hizo falta esperar mucho para que Valentino hiciera la primera maravilla con la M1. Una carrera que muchos, como yo mismo, consideramos la mejor de su carrera deportiva.